jueves, noviembre 29, 2007

Das tu weh

La noche es fría. Mi nariz empieza a entumecerse y mis dedos se duermen mientras repiquetean sobre el teclado. El olor a esencia de menta y eucalipto inunda la habitación y las últimas caladas del pitillo se consumen lentamente en este sabor asilvestrado; mientras tanto, suenan las últimas notas de esa canción de Nat King Cole de la que siempre olvido el nombre.
Mi cabeza empieza a desvariar a medida que las horas que quedan para empezar otra vez se acercan.
La indiferencia parece pasar de largo porque incluso me ha costado tiempo recordar su nombre.
La noche es corta e improductiva, pero yo nunca entendí de beneficios.
Sin novedades, como siempre.